Lo ocurrido ayer en la audiencia contra el expresidente Álvaro Uribe no solo fue un episodio judicial, sino una muestra más de la persecución política sistemática que se cierne sobre quienes han defendido con firmeza la seguridad democrática, el emprendimiento y el Estado de Derecho en Colombia.
Durante horas, fuimos testigos de una exposición jurídica que dejó de lado toda apariencia de imparcialidad. En lugar de argumentar con objetividad, la juez pareció declamar un discurso ideológico, escrito más por los contradictores políticos del expresidente que por el rigor del derecho. Se le dio validez a interceptaciones ilegales, a pruebas contaminadas, a testimonios de criminales, mientras se desestimaron las versiones de quienes apoyan al expresidente Uribe. ¿Así es como se construye justicia?
No se trata solo de defender a un hombre: se trata de advertir que la justicia se está usando como arma política. Cuando se judicializa la política y se politiza la justicia, la democracia entera está en riesgo.
Por eso, en momentos como estos, se vuelve urgente recuperar el rumbo. Y en el 2026, Colombia necesitará una voz firme, una persona que no se haya escondido, que haya defendido al uribismo incluso en sus horas más difíciles. Esa figura existe, y ha demostrado coherencia, valentía y carácter: María Fernanda Cabal. La única que ha mantenido la frente en alto, que no ha negociado sus principios, y que encarna hoy el espíritu combativo y visionario del gran colombiano Álvaro Uribe Vélez.