Álvaro Uribe Vélez no es solo un expresidente. Es el líder político más influyente de este siglo en Colombia. Su legado, construido sobre los pilares de la seguridad, el emprendimiento y la defensa de la democracia, sigue intacto en la mente de millones de colombianos.

Pero la pregunta que muchos se hacen hoy es: ¿quién está llamado a continuar ese camino? ¿Quién tiene la coherencia, la fuerza y el respaldo ciudadano para heredar el liderazgo moral y político del uribismo. La respuesta no está en quienes han sido tibios, ni en quienes se han escudado en el silencio. Está en quien ha estado firme, incluso cuando los vientos soplaban en contra. María Fernanda Cabal ha sido esa voz. Ha defendido sin titubeos las banderas del uribismo, ha confrontado al gobierno actual sin temor, y ha demostrado tener el carácter para liderar una nueva era del proyecto político que cambió a Colombia.

María Fernanda Cabal no llegó al uribismo por conveniencia, llegó por convicción. Su discurso ha sido coherente desde el primer día: defender la propiedad privada, respaldar a las Fuerzas Militares, exigir orden institucional y rechazar los pactos con criminales. En un panorama político donde muchos cambian de bandera según el viento, Cabal se ha mantenido firme. Su valentía para denunciar lo que otros callan, la ha posicionado como la figura más sólida del partido.

Cabal ha logrado algo que pocos políticos conservadores han conseguido —un voto de opinión creciente, transversal y joven. Ha despertado admiración en sectores que antes eran ajenos al uribismo y ha sabido utilizar las redes sociales, los debates públicos y los espacios de calle para amplificar el mensaje. Si el legado de Uribe ha de perdurar con dignidad, será con alguien que inspire respeto, temor a los corruptos y esperanza al ciudadano común. Esa persona, sin duda, es María Fernanda Cabal.

El uribismo no necesita maquillajes ni alianzas oportunistas. Necesita convicción, coraje y visión. En 2026, si el pueblo quiere continuar el legado del gran colombiano, tendrá que mirar hacia quien ha sido leal en la tormenta: una mujer con voz de hierro, mirada firme y respaldo en las calles.

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